miércoles, 20 de febrero de 2013

IBEROAMERICA


Iberoamérica dispara su gasto militar.


La región multiplica sus inversiones en Defensa en 2013. Las viejas rivalidades, la guerrilla y el crimen organizado la convierten en foco de proliferación armamentística. La crisis económica y la sangría presupuestaria están delimitando los margenes de inversión en Defensa en prácticamente todas las regiones del mundo. Quizás sea Europa Occidental, la zona que más está padeciendo el fuerte ajuste, lo que está mermando la operatividad de sus ejércitos y la puesta en práctica de nuevos planes militares, que se traduce en una posible falta de respuesta y en una más que probable dependencia de la OTAN, que ya ha reclamado una mayor implicación por parte de los países de referencia del Viejo Continente. Ajena a esa tambaleante situación se mueve, por el contrario, Iberoamérica. La proyección militar y armamentística desde prácticamente los comienzos de este nuevo siglo han marcado los presupuestos locales y definido la línea de actuación de unos países que buscan no sólo una mayor presencia en la política internacional sino también hacer frente a las frágiles relaciones y amenazas internas que determinan la gestión cotidiana. 

El terrorismo, los grupos de narcotráfico y las pequeñas tensiones fronterizas delimitan un escenario que en su conjunto se mueve al margen de amenazas militares importantes. De hecho, en 2010 Iberoamérica registró ya el mayor aumento del gasto militar en todo el mundo, desplazando a Oriente Medio y Europa. Una situación que salvo en el paréntesis presupuestario de 2011, se volvió a repetir en 2012 y este mismo año, en el que prácticamente todos los países han aumentado considerablemente su presupuesto de Defensa. El 2011, últimos datos recogidos en el informe Sipri, el gasto militar total en esa parte del continente rozó los 75.000 millones. Una cifra que, aunque alejada de los números que soportan las grandes potencias, refleja el espíritu que mueve a una organización territorial que persigue un mayor foco global.
A la cabeza de todo se encuentra Brasil. En términos absolutos, la décima potencia militar, y un país que busca activamente un rol más destacado en la política internacional y un escaño permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Su proyección como potencia económica regional determina también las viejas tensiones bilaterales que definen la política geoestratégica en la región. El juego al que se enfrentan Brasil, Chile y Argentina se fundamenta en el control sobre el cono sur y su proyección hacia la Antártida. A diferencia de Brasil, Chile no aspira a convertirse en una gran potencia mundial aunque busca tener un rol regional importante. Y Argentina, que pese a su aumento en el gasto de Defensa mantiene una maquinaria militar anticuada y obsoleta, que, en todo caso, no ha sido impedimento para que haya definido junto a Brasil una política militar común.

Un paso en la evolución de las relaciones bilaterales que comienzan a intensificarse entre algunos de los países de referencia en la región. Por otro lado, la clásica rivalidad entre Colombia –que ha adquirido nuevos aviones y potenciado su capacidad de inteligencia– y Venezuela también ha actuado como caldo de cultivo para la proliferación o, en todo caso, como arma de presión para no enterrar los planes militares diseñados por ambas naciones.
Precisamente, Colombia –pese a un cierto acuerdo con las FARC– puede ser el perfecto ejemplo para reflexionar sobre otra de las razones: la seguridad interna. Los grupos guerrilleros y la delincuencia organizada, que desde hace ya demasiados años viene determinando el devenir de muchos de los países del Hemisferio, han sido motivos más que suficientes para que algunos de los países que sobreviven bajo esa lacra hayan tenido que sobrealimentar a sus fuerzas armadas, en algunos casos más desprotegidas y con mayores carencias que los propios grupos violentos, a los que el tráfico de drogas proporciona un arsenal de armamento de considerables proporciones. Beneficiados, además, por el cada vez más declinante papel de Estados Unidos.
Eurocopter
En ese escenario se mueve también México, que ha duplicado los recursos destinados a Defensa desde que Enrique Peña Nieto es presidente. A pesar de que, desde su toma de posesión, ha insinuado que buscará la paz y que se podría ir retirando a los militares de labores de seguridad, aún seguirá apostando por la intervención castrense en el combate contra el narcotráfico y el crimen organizado.

Precisamente, la pasada semana, Eurocopter, una de las mayores empresas mundiales en la fabricación de helicópteros –fabricante del NH90 y del helicóptero de combate Tigre–, inauguró en el estado de Querétaro un nuevo centro de excelencia que suministrará componentes tanto a unidades civiles como militares. La propia Eurocopter ya ha puesto el acento en el mercado Iberoaméricano y continuará aumentando su inversión a lo largo de todo este año. De hecho, México ha seguido aumentado su producción de armas, balística y granadas. En todo caso, los incrementos en el gasto militar no sólo tienen que ver con la compra de armas, sino también con el mantenimiento y modernización de las fuerzas armadas. Un planteamiento al que están dando prioridad absoluta.

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